Más o menos así es la rutina de cada persona en el mundo, transcurriendo la vida casi como un androide programado a doblegarse a una rutina insignificante. Pensemos un momento: ¿qué pensaremos al final de nuestros días? ¿Qué pensaremos en la hora final? ¿Ha cambiado en algo el mundo con nuestra existencia? ¿Hemos causado alguna influencia? ¿Hemos experimentado algo tan profundo, tan significativo, tan vívido, tan intenso, tan maravilloso, que trascendió aún nuestra propia existencia? Es decir, ¿hemos estado en contacto con algo más grande que nosotros mismos y todo lo existente? Nadie debería detener su búsqueda de sentido en esta vida hasta haber estado en presencia de algo trascendental.