Lección 10: Avanzar hacia la madurez

Roble. Fuente: BioEnciclopedia

Por todas las Sagradas Escrituras vemos que el propósito de Dios ha sido elevarnos y prosperarnos en todo y esto ocurre a medida que nosotros maduramos. A mayor madurez, mayor responsabilidad,
a mayor responsabilidad, mayor gracia; a mayor gracia, mayor alcance de nuestro ministerio; y a mayor alcance, mayor gloria.
La madurez no es instantánea, es un camino en el cual debemos transitar y avanzar. En cambio, la salvación sí es instantánea, porque todo aquel que cree en Jesucristo es salvo en el momento, igual que la unción del Espíritu Santo: "cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder". También los dones del Espíritu son instantáneos (1 Corintios 1:5,7) pero no la madurez. Para alcanzar la madurez se necesita un corazón dispuesto a obedecer y un lapso de tiempo para su propio desarrollo.
Podemos observar en la vida del apóstol Pablo que, aunque fue llamado por Dios tuvo que madurar y crecer por varios años antes de iniciar un ministerio estable. Así escribe a Timoteo: "Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me fortaleció, porque me consideró fiel al ponerme en el ministerio" (1 Timoteo 1:12). En otras palabras: el resultado de la fidelidad fue el ministerio, y la fidelidad es una de las características de la madurez.
Para comprender mejor este tema, veremos primeramente algunas características la madurez.  

CARACTERISTICAS DEL CREYENTE MADURO

Debe poseer al menos tres características:
1. Tener la mente de Cristo.
Tener la mente de Cristo es el resultado de un largo proceso de estudio y meditación de las Sagradas Escrituras, con una actitud receptiva, abierta y con toda la disposición de hacer los cambios que sean necesarios en la vida propia. Es también el resultado de una comunión íntima con Dios por medio de la oración, la adoración y la acción de gracias. Es también el fruto de diversos tiempos de prueba y aflicción de los cuales se ha salido más depurado y fortalecido. Es un proceso que puede durar meses o años hasta llegar a decir como el apóstol Pablo: "nosotros tenemos la mente de Cristo".
Existen muchos conceptos y valores que nosotros consideramos correctos y justos, de acuerdo a la forma de pensar de nuestra sociedad, pero que distan mucho de la forma de pensar de Dios. Por eso nos dice la Biblia: "[...] no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto." (Romanos 12:2)

2. Tener discernimiento.

"Acerca de esto tenemos mucho que decir, aunque no es fácil explicarlo porque ustedes son lentos para entender. Aunque después de tanto tiempo ya debieran ser maestros, todavía es necesario que se les vuelva a enseñar lo más elemental de las palabras de Dios. Esto es tan así que lo que necesitan es leche, y no alimento sólido. Pero todos los que se alimentan de leche son inexpertos en la palabra de justicia, porque son como niños. El alimento sólido es para los que ya han alcanzado la madurez, para los que pueden discernir entre el bien y el mal, y han ejercitado su capacidad de tomar decisiones." (Hebreos 5:11-14)

Discernir significa "distinguir una cosa de otra, señalando la diferencia que hay entre ellas". Por ejemplo: cuando uno llega a la madurez puede distinguir un verdadero profeta de uno falso y explicar por qué. Puede distinguir una interpretación de la Biblia falsa de otra verdadera y explicar con fundamento esa diferencia.
El que ha llegado a la madurez se da cuenta cuando un grupo o la iglesia está por tomar una decisión equivocada sobre un asunto y sabe dar un consejo sin ofender o lastimar a los que están involucrados en el problema. Porque ser un creyente maduro no significa solamente conocer mucho de la Biblia o de la iglesia, sino tener el sentido común para hablar y en muchos casos para guardar silencio.
3. Tener cordura.

"Por la gracia que me es dada, digo a cada uno de ustedes que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con sensatez, según la medida de fe que Dios repartió a cada uno." (Romanos 12:3)

Pensar "con cordura" significa "pensar con prudencia, con juicio" "reflexivamente". Y la cordura no es precisamente la característica más común de los que recién comienzan a caminar en la vida cristiana. Generalmente "se llevan el mundo por delante" por su mismo entusiasmo, por el gozo que tienen y por todo lo que están descubriendo por su fe en Jesucristo. Ese mismo ímpetu los lleva a cometer errores de evaluación, no solamente sobre los demás, sino sobre sí mismos.
Algunos nuevos creyentes se han comparado con hermanos de muchos años en la iglesia y se han envanecido creyéndose superiores. Se han creído superiores porque notaron que tienen más fuerzas y ganas para trabajar para el Señor, porque oran más fervientemente o porque han recibido más respuestas a sus oraciones y han tenido más resultados en sus predicaciones. Y ese envanecimiento fue su destrucción. Por eso el apóstol Pablo aconseja que para el cargo de obispo o pastor no se debe elegir a un nuevo creyente (neófito), porque su falta de cordura lo llevará al envanecimiento: "no debe ser un neófito, no sea que se envanezca y caiga en la condenación del diablo." (1 Timoteo 3:6) 

FUNCIONES DEL CRISTIANO MADURO EN LA IGLESIA

Mujer predicando. Fuente: Tercer Angel

 1. Pacificar.

"Hermanos, yo no pude hablarles como a personas espirituales sino como a gente carnal, como a niños en Cristo. Les di a beber leche, pues no eran capaces de asimilar alimento sólido, ni lo son todavía, porque aún son gente carnal. Pues mientras haya entre ustedes celos, contiendas y divisiones, serán gente carnal y vivirán según criterios humanos. Y es que cuando alguien dice: «Yo ciertamente soy de Pablo»; y el otro: «Yo soy de Apolos», ¿acaso no son gente carnal?" (1 Corintios 3:1-4)

Se puede decir que es inevitable que existan grupos en la iglesia. Esos grupos se forman de manera natural por amistad, intereses comunes, por parentesco, por raza o por edad. Mientras convivan sin conflictos, los grupos pueden contribuir grandemente a su crecimiento, pero, si comienzan a competir entre ellos, a criticarse y a dividirse, estaremos frente a un grave problema.
Los cristianos que han alcanzado la madurez no tomarán partido por ninguno, sino que contribuirán a la paz y la armonía de toda la iglesia. Si así lo hacen tienen esta promesa de Jesucristo: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9)


2. Cuidar a otros.

"[...] los hemos tratado con ternura, con el mismo cuidado de una madre por sus hijos. Tan grande es nuestro cariño por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no sólo el evangelio de Dios sino también nuestra propia vida. ¡A tal grado hemos llegado a amarlos! " (1 Tesalonicenses 2:7-8)

Cuando uno recién comienza la vida cristiana necesita que se lo atienda, enseñe, visite, cuide y aconseje. Y esto debe ser así. Sin embargo, si esta situación se prolonga, se estará poniendo en evidencia una total falta de crecimiento y de madurez espiritual. Porque se espera que, después de un tiempo prudencial, el nuevo creyente se ocupe de cuidar y ministrar a otros.
A un niño no podemos hacerle responsable para cuidar a otros, simplemente porque es niño. Por eso el cuidado de otros cristianos corresponde a hermanos con madurez espiritual.

3. Restaurar a los caídos.

"Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado." (Gálatas 6:1)

Para el apóstol Pablo ser un creyente "espiritual" es sinónimo de "maduro". Que tendrá la suficiente prudencia de no ventilar el problema del hermano que ha caído en alguna falta a toda la iglesia, ni lo criticará, ni lo juzgará. Su tarea será visitarlo, aconsejarle con la Palabra de Dios, escuchar sus razones y responder con mansedumbre, orar con él y también a solas, hasta su restauración completa.
Tampoco esta tarea lo podrá hacer un nuevo creyente, porque puede ser lastimado en su alma y aun escandalizado por los comentarios que escuche. Los que han caído de la fe, o los que cometieron pecados graves y se han alejado de la iglesia, muchas veces se justifican a sí mismos agrediendo a la iglesia con acusaciones muchas veces falsas o tergiversadas.

4. Liderar en la iglesia.

"Lo que has oído de mí ante muchos testigos, encárgaselo a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros." (2 Timoteo 2:2)

La iglesia que desee crecer en número, en calidad y en conocimiento, tendrá que contar con líderes maduros que sepan tratar los temas con sabiduría y prudencia.
Cada nuevo creyente que se bautiza debe anhelar alcanzar la madurez en la vida cristiana para poder servir con mayor efectividad a Jesucristo. Tanto la iglesia, la sociedad y el mundo necesitan líderes dispuestos a todo y, suficientemente sensatos y estables como para mantenerse al frente sin derrumbarse.

¿Qué piensas?

¿Cómo será tu camino hacia la madurez? ¿Crees poder lograrlo? ¿Dónde te imaginas estar dentro de unos años?

Iglesia Visión, Fe y Acción - MCyM
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